domingo, 10 de mayo de 2009

La Gaviota Humanocrática (Propuesta ideológica para la discusión) III

DERROTEMOS LA CAPITULACIÓN

En 1812 se perdió la Primera República: el Generalísimo Francisco de Miranda,

Comandante en Jefe del ejército emancipador, firmó una capitulación frente al representante

opresor Domingo Monteverde. Con esta capitulación se perdió la República y ocurrió la

primera gran traición a los sueños libertarios del pueblo. De esta manera, se instaló desde

los orígenes mismos de la nacionalidad lo que iría a signar la historia de la América Latina:

“Cuando las fuerzas emancipadoras se muestran conciliadoras y confiadas frente a la

opresión, irremediablemente son derrotadas, traicionadas.”

Oigamos a Bolívar, cuando en el Manifiesto de Cartagena enjuicia la caída de la

Primera República e invita a mejorar la conducta de la América, a corregir los vicios y

aprender las lecciones dejadas por esos terribles acontecimientos:

El más consecuente error que cometió Venezuela al presentarse en el teatro

político fue, sin contradicción, la fatal adopción que hizo del sistema tolerante, sistema

improbado como débil y ineficaz, desde entonces, por todo el mundo sensato, y

tenazmente sostenido hasta entonces hasta los últimos períodos, con una ceguedad sin

ejemplo.

Más adelante reafirma la idea, cuando dice:

Al abrigo de esta piadosa doctrina, a cada conspiración sucedía un perdón, y a

cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar, porqué los gobiernos

liberales deben distinguirse por la clemencia. ¡Clemencia criminal, que contribuyó más

que nada a derribar la máquina que todavía no habíamos enteramente concluido.

Hoy, después de casi doscientos años de patria, aparecen una vez más en el escenario

político nacional los espectros del monteverdismo y de la capitulación, como formas de

truncar los sueños de un pueblo. Los monteverdistas, como abanderados de la restauración

de la IV República, y los conciliadores, haciendo su labor de zapa infiltrados en el campo

revolucionario, pactan solapados por debajo de la mesa la entrega de la Revolución

Bolivariana. Persiguen adulterarla y maniatarla en la negociación, despojarla de su esencia:

el fervor popular y la voluntad de cambio. Plantean una convivencia pacífica antinatural.

La de los expoliadores con los humildes, la de la emancipación con la opresión. Y el precio

de esta convivencia es no profundizar la Revolución, convertirla en una caricatura de sí

misma. Volver al pasado. Ya no hablan de los intereses de los humildes contrapuestos a los

intereses de los oligarcas. Ocultan que la discordia entre los venezolanos no es producto de

la voluntad de algunos, sino de las condiciones de miseria en que viven millones de

venezolanos, y que esta miseria es producto de la apropiación ilícita de la riqueza social por

un puñado de oligarcas privilegiados. Piensan que si le prestan un servicio a los oligarcas

estos los dejarán comer las migajas del banquete y olvidarán su tránsito estruendoso al lado

del Comandante Chávez. Sueñan con volver al pasado y que todos olviden a la Revolución.

Al igual que en 1812 se equivocan al confiar en el opresor. Estos conciliadores

infiltrados de hoy se equivocan cuando pretenden, basados en cálculos egoístas y

personales, buscar soluciones electorales a problemas que están fusionados a la estructura

social de Venezuela y de la América Latina. Son cómplices cuando permiten

conscientemente, pero “bajo un manto supuestamente democrático y jurídico”, la injerencia

del imperio en nuestros asuntos internos. Entregan los sueños más caros de nuestro pueblo,

cuando ingenuamente creen en las buenas intenciones de Gaviria, emisario azucarado de

las oligarquías del continente, que tiene como misión acabar con “el mal ejemplo” del

Comandante Chávez y de la Revolución Bolivariana. Sin embargo, su mayor error es pensar

que es posible regresar a las tinieblas a un pueblo, que ha comenzado a tomar conciencia de

su papel histórico.

Los Revolucionarios Bolivarianos, no podemos permitir que se desvié el esfuerzo de

profundización de la Revolución hacia una legitimación electoral absurda y

anticonstitucional. El Presidente Chávez y el proceso bolivariano son la experiencia política

más legitimada y más democrática en todo el mundo. El problema planteado no es entre

legitimidad y no legitimidad, entre elecciones y Golpe de Estado, sino entre revolución y

contrarrevolución, entre antichavismo y chavismo. Una disyuntiva que difícilmente podrá

ser solucionada en una justa electoral. Es más, si las elecciones son ganadas por la oposición

y no podemos nunca descartar esta perspectiva, en un proceso que tendría lugar en

condiciones sumamente adversas, las elecciones serían aceptadas. Por otro lado, si triunfara

el Presidente Chávez, para ello ya se viene imponiendo por algunos la matriz de fraude y de

inmediato el proceso electoral sería desconocido, con lo que se crearía la justificación para

continuar en la actividad contra la Revolución. Ya se preparan para desconocer las

elecciones que ni siquiera tienen fecha, ya hablan con insolencia de un fraude chavista en

esas hipotéticas elecciones. ¿Hasta cuando un proceso político tiene que legitimarse y

paralizar su actividad de construcción? ¿Hasta cuando y hasta donde resistirá ese pueblo al

que le hemos pedido todo y no acabamos de darle lo prometido? ¿El pueblo aceptará que

sin su consentimiento negociemos cupularmente el mandato constitucional que se nos

otorgó? ¿No estaremos contribuyendo a desmovilizar la Revolución desde arriba?

A nosotros, miembro del gobierno y de la dirección bolivariana el pueblo nos ha dado

un mandato para defender sus sueños, realizar sus anhelos y construir sus utopías, pero no

para desvirtuar el mandato que nos legó o para negociar sus conquistas sin su anuencia.

¡Que nadie piense que tenemos un cheque en blanco! Cualquier proceso que pierda la

brújula, puede perder el favor popular con la misma celeridad con la que lo alcanzó.

Pero, como responsables y dirigentes de esta Revolución Bolivariana, nos corresponde

evitar un baño de sangre a nuestro pueblo. Cada vez somos más tolerantes y posponemos

contradicciones que ya debíamos haber solucionado. Disminuye crecientemente la

autoridad, aumenta la complacencia y el exceso de democracia, que son interpretadas por el

enemigo como debilidad. Todo esto a la larga traerá a nuestro aguerrido y heroico pueblo

confrontaciones mayores y una cuota de sacrificio humano superior al que se quiere evitar.

Este será el momento de responder ante el implacable pase de cuenta del fascismo y frente a

la historia de nuestro pueblo.

No nos engañemos a nosotros mismos, las únicas variantes son revolución o fascismo,

paz revolucionaria o guerra contrarrevolucionaria. Para ello el único camino es profundizar

la revolución con apego a la constitución.

Hoy al igual que en 1812 estamos en una encrucijada histórica: la capitulación frente a

Monteverde, representada en la aceptación de una elecciones aniquiladoras, o, la

continuación de la lucha emancipadora inspirados en el Manifiesto de Cartagena. Hoy

estamos en mejores condiciones que en 1812, tenemos un líder y tenemos un continente que

espera que la espada de Bolívar los vuelva a guiar en la lucha emancipadora, tenemos la

historia para aprender de ella. Estamos seguros que el Comandante Chávez seguirá el

ejemplo de Bolívar, el hombre de las dificultades.

Errores hemos cometido: la impunidad, la falta de una dirección política

revolucionaria, la falta de respuesta a las preguntas cruciales de la revolución, son algunos

de ellos. La actuación de los grupos bolivarianos frente al CNE en el día de hoy fue una

expresión de la falta de dirección y orientación política. ¿Hasta cuando los revolucionarios

aceptarán que sólo ellos sean los reprimidos por su gobierno, con razón o sin razón,

mientras que la oposición es tratada permanentemente con guantes de seda?

Es hora de empezar a subsanarlos los errores y relanzar a la Revolución Bolivariana.

El pueblo espera las órdenes de su dirección para enfrentar al enemigo, dejarlo sólo, en

manos de la capitulación es condenarlo a sucumbir en mil luchas inútiles. Para construir

cualquier sistema u orden político es preciso poner orden y autoridad, sólo con autoridad

podremos hacer todo, sin autoridad nunca estaremos en capacidad de construir nada. Es

por ello que una tarea inmediata es ganar de manera paulatina la autoridad perdida.

En la actualidad es imprescindible ir a la mesa de diálogo, pero de allí ellos deben

salir derrotados como anti-demócratas, por intentar irrespetar el orden institucional vigente.

Es necesario poner a Gaviria entre el respeto a la Constitución y a la democracia (lo que

debe interpretarse como respeto a la Carta Democrática de la OEA) y el irrespeto a la

democracia. Si se trabaja bien ellos mismos levantarán la mesa de diálogo. Este será el

momento para con el aval internacional imponer posturas firmes.

Existe la impresión de que algunas personas con el mejor deseo, pero con

consecuencias muy negativas, están trasladando la matriz de que la Revolución está contra

la pared, de que no tiene otra alternativa que la convocatoria a elecciones y eso no es cierto.

La realidad es que la Revolución tiene una gran fortaleza popular y esto es de fácil

comprobación. También debemos saber existen muchos intereses personales, por lo que

algunos hacen coincidir sus intereses particulares con los electorales, antinacionales.

Finalmente, en los dos actos políticos en los que recientemente debía participar el Presidente

y la asistencia fue muy escasa, hemos comprobado que hubo problemas evidentes de

convocatoria y de organización, los que algunos pretenden explicar por otras vías no

adecuadas.

El pueblo está esperando por las orientaciones de sus líderes. Los bolivarianos

debemos mantenernos unidos y alertas alrededor de los siguientes puntos.

1. Defensa del Comandante Chávez

2. Defensa de la Constitución

3. Unidad cívico-militar revolucionaria.

4. No a las elecciones oligarcas.

5. No a la injerencia de las oligarquías extranjeras

en la política interna

6. Un programa económico de corto y mediano plazo que instrumen te el espíritu de la

Constitución. Vamos con fuerza hacia los cam bios económicos que sustenten a

una sociedad solidaria

y humanista

7. Una Dirección Revolucionaria Nacional

La primera confusión que padecimos en los primeros años de la Revolución bolivariana, fue las

variadas concepciones sobre lo que es una Revolución. Y el entender que esos conceptos de Revolución

se corresponden con una posición ideológica, que a su vez obedece a unos intereses de clases.

En el siguiente trabajo presentado en septiembre del 2002, se resume nuestro parecer sobre la

evolución y las manifestaciones políticas de estas corrientes ideológicas

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